Sierra de Guara, Donde los dioses duermen
¿Y si nos acercáramos al pie de la Sierra de Guara donde los dioses duermen las tierras del Somontano?, ¿Y si subiéramos a la cumbre de la mano de una nube arrancada del suelo cansado con heridas de labranzas?, descubriríamos la verdad de nuestros montes.
Con el ojo de un gavilán escondido detrás del muro del viento, de norte a sur, del este al oeste, divisamos el Castillo de Montearagon, la Atalaya de Santa Eulalia la Mayor, Cuello Bail, el Borón, Frachinito, Mondinero y el Tozal de Guara, entre olivos y viñedos, almendrerales, y cajigos inquietos entre carrascas supervivientes de la locura humana.
También podemos mirar, los Mallos de Liguerre, el Pantano de Vadiello, la Ermita de San Cosme levantada sobre la pétrea roca nacida con pobreza, el Huevo de San Cosme y el Bosque de Plano donde las hadas y Brujas deambulan con sus aquelarres del solsticio de verano entre las encinas mirando las estrellas por la noche de San Juan.
Y si escudriñamos, aún más, el horizonte viajero, tendremos en nuestras manos, al alcance de un vuelo, La Predicadera, la Matosa, y la Sierra de Gabardiella, donde habitan los dioses de nuestra imaginación.
Esta es la gran belleza de Huesca, solitaria y silenciosa, alegre y festiva, entre neveros y aguas cristalinas, llenando los vientres de nuestros pantanos reflejados en el ojo del gavilán, “el dios de las alturas.”
Busquen los dioses de las alturas, dormidos o despiertos, no les pesará.