UN CLIENTE PASAJERO

UN CLIENTE PASAJERO

Varios lectores de este blog me han solicitado que cuente alguna anécdota que haya sucedido por el hotel que regento. Pues bien, hoy les voy a relatar una historia tan real como la vida misma rescatada de una novela que llevo en danza desde hace un tiempo, como se dice por estos lugares, que trata sobre el comportamiento de los clientes por los hoteles, (desde los años setenta hasta hoy en día, (espero terminarla pronto aunque soy un poco perezoso por este genero literario que es la novela):

UN CLIENTE PASAJERO

“Así pasaban estos primeros años por nuestro establecimiento, el Turismo nos invadía por todas las partes de Aragón, podríamos decir que era una invasión programada, y además ya no eran los franceses, ni alemanes, sino que se unían a tal aventura de visitar España las Ordás del norte de Europa. Con un lema común, Viva el alcohol y las mujeres! (como reza la canción) y el sol minando calenturas blancas de pieles carentes del astro rey, a través de nuestras carreteras vigiladas por los cuernos del toro de Osborne (sonriente y negro como un tizón, tan cansado como húmedo, por los hogares de los pueblos sedientos de turismo.

Recuerdo de aquella época, una señora con peineta y rosario entre sus manos, intentando pasar los días de Semana Santa entre nosotros. Una señora, como debemos suponer, gran amante de los eventos religiosos, de las procesiones, de los cultos, en fin, una señora piadosa, así de sencillo.

Llegó al hotel, hizo acopio de gran cantidad de folletos referentes a los cultos a celebrar por nuestra ciudad para vivir intensamente estos días, entre rezos y plegarias, pero lo que son las cosas, al traste se fueron todas sus ilusiones, pues el pecado, por no decir el demonio, ya se encargó de estropearle sus ilusiones la primera noche de Huesca.

Ya que, su primer sueño, se ve sobresaltado, pues en la habitación de al lado, con holandeses incluidos, oye y oye con el oído pegado a la pared, chemecos o quizás lamentaciones, quien sabe, la imaginación es muy atrevida, ya que para mas risa, escucha un idioma, posiblemente sacado de la peor película de exorcismo de nuestros tiempos, por lo cual, nerviosa, intentando acertar el numero de Recepción con sus dedos temblorosos, logra contactar con el recepcionista para que suba lo más rápidamente, pues el miedo le invade sin cesar.

Recibe al empleado en el pasillo, tan asustada la encuentra que le pide por favor que se introduzca en su habitación, mientras intenta dicho recepcionista, a través de la puerta, escuchar lo que acontece al otro lado de la valla del silencio.

Con una sonrisa picarona, baja el empleado a su puesto de trabajo, para llamarla por teléfono, y le dice con la socarronería que nos precede a los aragoneses.

“Mire Vd. en la habitación de al lado de la suya, no hay nadie enfermo, ni mucho menos se queja de ningún dolor, simplemente están en el cielo, pero no logro entender mucho lo que dicen ya que son extranjeros.»

Naturalmente, después de las letanías de una noche larga aderezada con los sonidos de los tambores sacados de la jungla salvaje del amor, al día siguiente hizo las maletas y se fue del hotel musitando entre sus dientes de pasión, “este establecimiento está endemoniado”.

…..Y el toro de Osborne sonriendo por nuestras carreteras protegiendo nuestra moralidad….. allá por el mil novecientos setenta y tres…..

Espero que les haya gustado.

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